¿La Belleza es "americana"?

El día previo a la entrega de los Oscars proyectamos esta película "multipremiada" y se generó un debate muy interesante. Todo esto sin saber que Argentina ganaría el máximo galardón por "El secreto de sus ojos", dirigida por Campanella, a quien felicitamos con mucha alegría, junto con todo su equipo. No podíamos dejar de mencionarlo conocido el hecho, ¿no les parece?.

En lo que respecta a la película que nos toca... el crujiente impacto de la vida se halla a punto de estallar. El relato es de un fantasma, que reconocía, de algún modo, serlo ya en vida... Por eso nos preguntamos, simplemente cómo vivimos. Eso implica valores, es decir, ¿detrás de qué cosas importantes usamos el tiempo de nuestra vida, que parece eterno, que sabemos finito? Muchas frases quedan para el recuerdo en el film, como la que Ricky Fitts expresa con autosuficiencia: "nunca subestimes el poder de la negación". ¿Eso es lo que muchos hacemos a diario con la muerte o con una vida digna? ¿Cuánto nos negamos, negando nuestra vida? ¿Y que es negar la propia vida, en vida? Es vivir de manera inauténtica, es hacer lo que "nos han dicho que debemos hacer" sin cuestionarlo, a pesar de que "nos duela ese vivir".
Por eso la rebeldía auténtica, lúcida, inmadura, egocéntrica y "corta" de Lester Burnham (Burn = encender, Ham = jamón).
Una mirada optimista nos dice que había comenzado un proceso saludable, para volver a ser sí mismo, no un manojo de mandatos y hábitos vacíos, rutinarios, sin sentido. Lester necesitaba rebobinar. A veces también lo necesitamos nosotros, para retomar, para energizarnos, para andar un nuevo camino, y para madurar. Porque madurar es preciso para decir NO de una manera que nos trasciende, y decir SI a algo por lo que valga la pena vivir.
Porque madurar es un proceso no necesariamente lineal.
¿Y qué de la esperanza? Parece que si el único que dice NO termina muerto, es conveniente seguir diciendo SI a la nada cotidiana, por más que duela a pesar de los manotazos de ahogado que pulsan como expresión de la supervivencia, encarnados en el autoconvencimiento y autoafirmación para no arriesgarse a cambiar de Carolyn Burnham cuya lección más importante de la vida a su hija Jane es que "es imposible depender de otra persona que no sea uno mismo".
La importancia de tenerse a uno mismo ¿debe quedar ahí olvidando que estamos en constante-relación-con-otros e invitando a la desconfianza?
Pululan en el film y, ¿por qué no a nuestros alrededores?, personajes controvertidos: el que parece más lúcido es drug-dealer, el que se dice más recto, es represivo y reprimido y su mujer es un ente que ante la libertad de su hijo Ricky tiene un destello de lucidez. La pequeña Angela Hayes es pura cáscara, pero parece muy segura de sí misma… mientras Jane se va abriendo al “conocer”, con la volubilidad adolescente.

Múltiples facetas, una historia brillante y el rescate de "qué cosas valen la pena en la vida". Podría parecer que ante el vivir una vida vacía, de valores superficiales, materialismo e imagen ficticia se opone un riesgo tan sincero como inevitable, tan peligroso como irrefrenable y e definitiva, una muerte prematura. ¿No es entonces posible una vida feliz?
¿Donde la hallamos? Lester en su último vuelo exalta la vida. Claro, él había comenzado a vivir nuevamente y en ese segundo eterno entre la vida y la muerte alcanzó a expresar lo que es importante... un tiempo en que la felicidad en familia existía, teniendo una mujer feliz, una hija pequeña, recordando la calidez de su abuela... Esa es la belleza que se llevó y que antes de irse para siempre, vino a contarnos en esta película. Y nos dejó una pregunta más: ¿dónde encontramos la belleza en cada una de nuestras vidas?.


Los invitamos el próximo sábado a ver "La Ola", una película alemana, de Dennis Gansel, basada en una historia real.

Entrada $20 (por favor traer cambio)
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